El síndrome lunes

Es domingo, fatal y tanguero; todo indica que mañana será lunes. No hay invocación al día Osvaldo que te salve, será lunes. Monday, lundi, lunedi, segunda-feira, no importa cómo se diga: la sensación es universal…
Lo curioso de este día (o quizás lo más deprimente) es que a todos nos pega de manera similar, aunque con derivados. “El lunes arranco” debe ser una de esas frases que un ser humano repite por lo menos 8.000.800 veces a lo largo de su vida (y que debe aumentar con el paso de los años); indiscutiblemente, a ésta le sigue la afamada “el lunes lo termino”. En fin, es el primer día de la semana y vos de seguro…tenés el síndrome. Con un testeo rápido se puede comprobar: si en alguna oportunidad dijiste “el lunes…me anoto y voy al gimnasio”, “…arranco a estudiar”, “…ordeno mi casa”, “…empiezo el trabajo práctico”, lamento decirte que LO PADECÉS. Y, para ser sincera, no hay cura. Esta experta en dicha patología, que vive sufriéndola cada semana, te comprende.
Es que el domingo argento te acostumbró a la buena vida, al asadito (con mucha ensalada y pan) o a las pastas (con cinco litros de salsa extra-heavy) y a pasártela tirado en la cama mirando cosas superfluas en la televisión. Pero el lunes te siembra la culpa sin titubear. Es como una cachetada de realidad que te deja un ardor de remordimientos en el pómulo, es como una acidez que sube y baja repasando todo lo que te quedó por hacer y que venís pateando…es como… bueno, es lunes.
¡Pero ojo! no es un fenómeno que se de únicamente a nivel personal, no no. Con tan sólo abrir la puerta de tu casa y -juntando coraje- salir a la calle, las caras de lunes con legañas aún frescas copan el panorama, el aire espeso de responsabilidades te penetra hasta la médula…no hay forma de escapar a la ingrata situación de toparse con alguna persona que, de alguna u otra manera, te va a recordar que ¡es lunes! Es decir: aunque intentes bloquearte mentalmente, el síndrome es demasiado contagioso. Ahora bien, de nada valdrá tampoco quejarte de tu cansancio acumulado o de tu fiaca incontenible puesto que siempre habrá alguien que con un fatídico “y eso que RECIÉN es lunes” te hará caer en la cuenta de lo larga que es la semana (y encima le tenés que responder con una sonrisita educada).
Algunos lunes, para superar estas sensaciones, decidís pensar en positivo y comenzar todas esas cosas que escribiste en una libretita, que subrayaste con colores llamativos en tu agenda o que todavía podés leer en la palma de tu mano izquierda. Oh sí, te sentís genial, y la culpa se desvanece… volviste del gimnasio destruida (sin dudas decretás en tu interior ir UNA vez por semana), leíste media fotocopia del apunte (con ilustración incluida), moviste un par de bolsas del living a tu pieza y las escondiste muy astutamente en el armario y el trabajo práctico es literalmente un BOFE, sin coherencia no cohesión. ¡Qué lunes! Hiciste a duras penas todo eso que tenías pendiente porque, aunque no seas del todo consciente del síndrome lunístico (palabra que no existe), sabes que el primer día hábil de la semana te obligó a hacerlo.
Es así, hay quienes se les da por hacer todo junto, aunque sea a medias y existen otros que, a pesar de sentir un vestigio de culpabilidad, encuentran actividades aleatorias o se lo toman como un fin de semana largo… De lo que no hay dudas es que a ambos los alivia saber que al otro día al despertarse será martes y no quedarán secuelas del síndrome…hasta la próxima semana, OBVIO.